de qué conozco a Milles Davis


Era 1989, yo cursaba tercero de arquitectura, era estudiante y hacía una vida de estudiante. Teníamos presupuestos de estudiantes y, nos apetecía todo lo que hoy ya no les apetece a los estudiantes.

La bohemia era parte de ello. Estrictamente indispensable. Era el espacio de sueños, de romances, quimeras y excesos. Existieron muchos escenarios, un tiempo nos dio por la canción de autor, -Galería Charpantier- se llamaba el sitio, donde, al compás de canciones urbanas y protesta bebíamos Guayusas en jarras y a veces cervezas.
Otro tiempo se nos dio por la salsa, -el bangaló, el son candela, el solar y el seseribó- fueron los escenarios. Pero se quedaron dentro, tan dentro de la sangre que nunca los pudimos sacar.

Otro tiempo se nos dio por el rock, rock clásico, rock duro, ROCK EN VIVO. El sitio se llamaba «john´s» su dueño se llamaba Juan, los amigos le decían Joni. Él era el guitarrista, conserje, camarero y todo lo demás, aunque a veces le ayudaba su padre y su novia. Solo se vendía alcohol, desde cerveza hasta un “wiski” boliviano que nos dejaba tres días de resaca. Música en vivo con su grupo y de rato en rato algunas patatas o cacahuetes. Buena música, expertos en versiones de los Beatles, Led Zeppelin y los Rollings.
Los viernes terminábamos las clases de la facultad pronto, 5 o 6 de la tarde e íbamos a sentarnos en la puerta hasta que abrieran con la firme decisión de emborracharnos. Cuando llegaban, pasábamos dentro como si fuéramos de la familia, nos instalábamos y hasta que todo estuviera operativo ponían un par de discos, discos de acetato claro, en esa época era lo último en tecnología.

Tenían tres acetatos, -TAIYO de Locomía-, que era de su novia, uno de Armando Manzanero, de su padre y -KIND OF BLUE. MILES DAVIS. 2 de marzo de 1959.- ponía en letras casi ilegibles en la parte trasera del disco, había sido de la abuela que vivió en Estado Unidos, se lo regaló a Joni cuando empezó el conservatorio. Aún puedo recordar el olor a cartón de la funda. Se lo pedíamos, se lo rogábamos, casi le implorábamos que lo ponga, no sé si por evitar los otros dos o porque realmente nos gustaba.

Viernes tras viernes le escuchamos entero, empezaba por so what y terminaba en flamengo sketchers, 6 canciones y, volvíamos a mover la aguja hasta el principio y, volvíamos a escuchar.

Hasta, aquel viernes, totalmente, embriagados de música y alcohol, el momento de pagar, me acerqué a la barra y saqué mi cartera, tenía juntos: mis documentos, las tarjetas y el talonario; yo no me di cuenta, sino un par de días después, de que faltaban varios cheques.
Nosotros no volvimos a ir, dos meses más tarde el banco me confirmó que era el Joni quien había cobrado los cheques, para entonces el bar ya había cerrado y su padre, que tenía un quiosko de prensa a un par de calles, decía, que no sabía nada de él.

Algún tiempo después encontré a su novia, me contó que la dejó embarazada, tomó todo lo que pudo y se marchó a Estado Unidos que era donde vivía su madre.

Han pasado 20 años, nunca le guardé rencor por el robo, Milles Davis, sigue tocando mejor cada día y, espero que el Joni aún sea guitarrista.

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